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El caso de Miguel

OBJETIVO: Demostrar el modo de juzgar y de evaluar. Trabajar en grupo sobre los prejuicios.

DISPOSICIÓN: Cinco equipos.

 

No son raras las veces en que nosotros mismos nos asustamos de nuestra permanente capacidad de juzgar. Vivimos juzgando personas y cosas, midiendo y evaluando todo sin pensar. Estos juicios dependen de nuestra propia manera de ver el mundo, de nuestras creencias y experiencia y por lo tanto de nuestros modelos mentales. No es raro, por tanto, emitir esos juicios con demasiada premura y equivocarnos escandalosamente a la hora de actuar de acuerdo con estos juicios.

 

¿Qué efecto produce esta faceta nuestra en el grupo con el cual convivimos? ¿Sobre qué base lógica nos situamos para proceder a realizar estos juicios? Para adquirir consciencia sobre estas formas de actuar, proponemos esta actividad. 

 

Divide al grupo en cinco equipos y distribuye entre ellos los cinco textos presentados más adelante. Establece un plazo de 10 minutos para que cada equipo juzgue el comportamiento de Miguel, según fue observado en diferentes momentos de un día y descrito por distintas personas: su madre, de la señora de la limpieza, del conserje del edificio, del conductor del taxi y de un muchacho del bar que Miguel frecuenta.

Finalizado ese plazo, los equipos, uno a uno, describan cómo perciben a Miguel.  Al final, lean el relato del propio Miguel sobre lo que aconteció ese día.

Discutan en grupo el cambio de percepciones entre las que se generaron ahora y las hechas anteriormente por los equipos, teniendo como base los argumentos del párrafo inicial de este encuentro. Pasados 25 minutos, cierren la actividad.

EL CASO DE MIGUEL:

 

RELATO N° 1 – DE SU MADRE:

 

Miguel se levantó corriendo, no quiso tomar café y ni miró la torta que yo había hecho especialmente para él. Sólo tomó la caja de cigarrillos y la caja de fósforos. No quiso ponerse la chaqueta que le di. Dijo que tenía prisa y reaccionó con impaciencia ante mis pedidos de que se alimentara y se abrigara. Sigue siendo un niño que necesita atención, pues no reconoce lo que es bueno para sí.

Después de este relato, ¿cómo percibe a Miguel el equipo ?

RELATO N° 2 – DEL MUCHACHO DEL BAR:

Anoche llegó aquí acompañado de una chica morena, bien linda, a la cual no le hizo el más mínimo caso. Cuando entró una rubia, de vestido ajustado, me llamó y quiso saber quién era ella. Yo no la conocía, mas él, sin dudarlo, se levantó y fue a la mesa a hablar con ella. Yo disimulé pero pude escuchar que él fijaba una cita, a las nueve de la mañana, delante de las barbas del acompañante de la chica. Qué valor!

Después de este relato, ¿cómo percibe a Miguel el equipo ?

RELATO N° 3 – DEL CONDUCTOR DEL TAXI:

Esta mañana, apareció un sujeto y no me gustó su cara: preocupada, seria,  sin ganas de conversar. Intenté hablar sobre fútbol, política, el tráfico, pero él siempre me mandaba callar, diciendo que necesitaba concentrarse.

Pensé que él era de aquellas personas que la gente llama subversivo, de esos que la policía anda buscando o de los que asaltan a los conductores de taxis. Apuesto que anda armado. Iba muy nervioso hasta que me libré de él.

Después de este relato, ¿cómo percibe a Miguel el equipo ?

RELATO N° 4 – CONSERJE DEL EDIFICIO:

Este Miguel es una persona rara. A veces saluda, a veces finge que no ve a nadie. Sus conversaciones las personas no las entendemos. Es parecido a un pariente mío que enloqueció. Hoy por la mañana, llegó hablando solo. Le di los buenos días y me miró extrañado; me dijo que todo en el mundo era relativo, que las palabras no eran iguales para todos, ni las personas. Me dio un empujón y apuntó a una señora que pasaba. Dijo también que cuando pintaba un cuadro, aquello era la realidad. Daba risotadas, y más risotadas. Ese muchacho es un lunático.

Después de este relato, ¿cómo percibe a Miguel el equipo ?

RELATO N° 5 – SEÑORA DE LA LIMPIEZA:

Él siempre anda con un aire misterioso. Los cuadros que pinta no los entiendo. Cuando él llegó la mañana de ayer, me miró medio sesgado. Tuve un mal presentimiento, como si fuera a suceder algo malo. Poco después llegó la chica rubia. Ella me preguntó dónde estaba él y yo le dije. Al poco rato la oí gritar y acudí corriendo. Abrí la puerta intempestivamente y él estaba con una cara furiosa, mirando a la chica lleno de odio. Ella estaba tirada en el diván y en el suelo había un cuchillo. Yo salí gritando ¡asesino, asesino!”

Después de este relato, ¿cómo percibe a Miguel el equipo ?

RELATO DEL PROPIO MIGUEL SOBRE LO OCURRIDO ESE DÍA:

 

Yo me dedico a la pintura en cuerpo y alma. El resto no tiene importancia. Hace meses que quiero pintar una Madonna del siglo XX, más no encuentro una modelo adecuada, que encarne la belleza, la pureza y el sufrimiento que yo quiero retratar. En la víspera de aquel día, una amiga me llamó por teléfono diciendo que había encontrado la modelo que yo necesitaba y me propuso que nos encontráramos en el bar. Yo estaba ansioso por verla.

 

Cuando llegó quedé fascinado; era exactamente lo que yo quería. No tuve dudas. Ya que el muchacho del bar no la conocía, fui hasta la mesa de ella, me presenté y le pedí que posara para mí. Ella aceptó y fijamos un encuentro en mi estudio a las 9 horas del día siguiente. Yo no dormí tranquilo aquella noche. Me levanté ansioso, loco por comenzar el cuadro, ni siquiera pude tomar café de tan emocionado que me encontraba.

En el taxi, comencé a realizar un boceto, pensando en los ángulos de la figura, en el juego de luz y sombras, en la textura, en los matices....Ni siquiera noté que el taxista me hablaba.

Cuando entré en el edificio, yo hablaba bajito. El conserje intentó hablar conmigo pero yo no le presté atención. Le pregunté: ¿qué pasa?. Él me dijo, "buen día". ¡Sólo "buen día"!  Él no sabía lo que aquel día significaba para mí. Sueños, fantasías y aspiraciones...Todo se volvería  realidad, con la ejecución de aquel cuadro. Yo intenté explicarle que la verdad era relativa, que cada persona la ve a su manera. Él me llamó lunático. Yo lancé una carcajada y le dije: "Ahí está la prueba de lo que yo dije. El lunático que usted ve, no existe." 

Cuando entré, me topé con la señora de la limpieza.

Entré al taller y comencé a preparar la tela y las tintas. Entonces llegó ella, mi musa. Llevaba el mismo vestido de la víspera y explicó que pasó la noche en una fiesta. En ese momento yo le pedí que se sentara en el lugar indicado y que mirase para lo alto, que imaginase inocencia, sufrimiento....que...

Ahí ella enlazó mi cuello con sus brazos y dijo que yo era simpático. Yo me alejé y le pregunté si había bebido. Ella dijo que sí, que la fiesta había estado muy divertida, que era una pena que yo no estuviera allá y que me había extrañado. En fin, yo comenzaba a gustarle.

Cuando ella me abrazó de nuevo, yo la empujé y ella cayó sobre el diván y gritó. En ese instante la señora de la limpieza entró y salió gritando : “¡Asesino, asesino!”

La rubia se levantó y se fue. Antes, me llamó idiota. Entonces yo suspiré y dije: "oh, Dios mío."

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