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  • Foto del escritorLiliana Cerdio

¿Qué más lograrías si tu equipo se comunicara abierta y honestamente?


Sencillamente, no hay manera de ser un buen líder si no tenemos una excelente comunicación con nuestro equipo de trabajo y si no logramos que también la haya entre ellos. Esto no es un trabajo fácil, y mucho menos espontáneo; la comunicación, si no se promueve activamente, tristemente tiende a disminuir, a volverse cada vez más encubierta, a volverse unilateral, escasa, inoportuna, y a convertirse en vehículo de manipulación o de conflicto, más que de servicio.


Ahora bien, hablar mucho o enviar muchos mensajes repetitivos no es lo mismo que comunicar. La palabra, en sí, involucra un proceso de doble vía, y cuya efectividad depende de muchísimo más que saber decir las cosas de la manera más adecuada en cuanto al tono, el vocabulario o la presencia. Tampoco basta el tener los medios más sofisticados, o utilizar las últimas tecnologías para bombardear constante información.

Para que la comunicación realmente funcione a nuestro favor, es indispensable cambiar su  enfoque de nosotros hacia a los demás, de modo que en ese proceso logremos confianza mutua, apertura, honestidad. Y honestidad no sólo implica decir la verdad, sino ser capaces de abordar los temas que son importantes no sólo para nosotros, sino para todos los involucrados. 


La confianza nos permite asumir mayores riesgos pero de manera más inteligente, nos permite vivir un clima de aprendizaje en donde los errores son tesoros que nos permiten aprender y avanzar, en lugar de un clima de eternas culpas y miedos.


La apertura nos permite tener discusiones propositivas y participativas que impulsen la creatividad y sirvan como motor de crecimiento, en lugar de perder el tiempo en cuidarnos las espaldas, funcionar como policías para que otros cumplan su responsabilidad e idear nuevas formas de convencer u obligar a los demás a que hagan las cosas como creemos que deben de hacerlas por las razones que nosotros creemos correctas.



Lo hemos oído mil veces, la información es poder. Y esto en sí no tiene nada de malo, hasta que comenzamos a abusar de ese poder para nuestro propio beneficio.  El no sentirnos totalmente cómodos con una situación, al carecer de herramientas, conocimientos o competencias necesarias para lograr nuestros objetivos, nos lleva a controlar a otros a través de nuestro estilo de comunicación.  Tampoco ayuda la falta de autoconocimiento, o la falta de conocimiento de los demás, de sus capacidades reales o de sus intenciones profundas.  Toda esta falta de información es lo que conduce a la manipulación de la información, a la desconfianza, a la secrecía, y eventualmente a los errores, los conflictos  y la improductividad. Al partir de supuestos como que la información no se puede confiar a cualquiera, o de que no podemos intimar demasiado con nuestro equipo porque nos pierden el respeto, o que nuestra gente está para producir y no para socializar, nos lleva a elevar barreras que terminan siendo difíciles de sortear y se vuelven sumamente nocivas para el ánimo general y para lograr una genuina integración positiva y productiva de nuestro equipo.



¿Cómo darle la vuelta a esto una vez que se ha arraigado en nuestro ser, en nuestros equipos, o en la empresa?  Es hora de hacer un alto y tomar conciencia de nuestras actitudes de comunicación. Es hora de plantear la opción de tener nuevas conversaciones bajo nuevos términos. Nuestros talleres de comunicación, o nuestras sesiones de coaching grupal justamente abren estos espacios, creando escenarios más propositivos, abiertos, empáticos, en donde

no se le teme a la comunicación, sino se

utiliza para el beneficio de todos.


Llámanos y veamos cómo podemos ayudarte a ti y a tu equipo a cambiar su manera de comunicarse, y por tanto de relacionarse, hacia formas mucho más efectivas.



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